La voz del Imperio

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Los habitantes de Capitol, planeta natal del Imperio, se han concentrado delante del Palacio Imperial para expresar su preocupación ante la inminente invasión Thargoide.
La periodista política Cassia Carvalho, del Imperial Herald, nos informa desde el lugar de los hechos:
«La llegada de la vorágine Thargoide ha provocado protestas en diversos mundos aliados, federales e independientes. Como tales altercados no son habituales en el Imperio, la marcha espontánea de decenas de miles de ciudadanos por las calles del Capitol sorprendió tanto a los medios de comunicación como a los servicios de seguridad.
El canciller Anders Blaine se dirigió a la multitud a través de una imagen proyectada sobre todos nosotros. Habló de lo rápido que había respondido la Armada Imperial a la amenaza Thargoide y aseguró que nuestros sistemas estaban protegidos y que todos estábamos a salvo.
Sin embargo, esto no bastó para acallar las exigencias cada vez más fuertes de que era necesario hacer algo más. Pude ver la ira, la frustración y el miedo grabados en esos rostros que gritaban. Las imágenes de las estaciones espaciales en llamas y las naves Thargoides arrasando nuestros hogares resonaban con fuerza en nuestras mentes.
No sabía qué camino iba a tomar la manifestación. ¿La intensidad de las emociones acabaría dando paso a la violencia? Entonces, una nueva voz resonó en la plaza. Eran los tonos inconfundibles de la emperador Arissa Lavigny-Duval que, muy erguida, empezó a bajar las escaleras del palacio, lentamente, para acercarse a nosotros.
“Recordad esto: somos Imperiales”, dijo entonces, dirigiéndose a su pueblo con voz amplificada para que todos pudieran oírla. A medida que se acercaba, la multitud se separaba silenciosamente para que pudiera caminar entre nosotros. “Poseemos la civilización más fuerte, los mayores logros y los corazones más valientes. Nos enfrentaremos a cualquier cosa que se atreva a amenazarnos, ya sea humana o alienígena, y la derrotaremos. ¡Nuestro Imperio perdurará!”.
Al final de su discurso, que duró unos diez minutos, las emociones habían dado paso a una alegría exultante. Nuestra Emperador se había unido a nosotros para recordarnos nuestro legado y nuestro deber. Sabíamos que los Thargoides llegarían. Pero en ese momento estábamos decididos a enfrentarnos a ellos juntos».

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